Excursiones cercanas a Munich

Cerca de Munich nos encontramos con numerosas posibilidades de excursiones que nos permiten acceder a lugares de interés natural, paisajístico, monumental e histórico en poco tiempo.

Lagos cercanos a Munich

Munich cuenta en sus proximidades con varios lagos que son algunos de los destinos preferidos de los muniqueses para pequeñas excursiones de medio día o de un día entero. Los dos lagos más populares, el Lago Starnberg y el Lago Ammersee- se encuentran a unos 30 kilómetros al suroeste del centro de Munich y se llega a ellos muy fácilmente en tren de cercanías (S-Bahn, líneas S6 y S8, respectivamente). Ambos lagos son bastante extensos. En sus orillas se extienden pequeños pueblos pintorescos y hay varias rutas de barco, más turísticas que útiles en realidad, que las comunican. La cercanía de todos estos lagos a los Alpes permite disfrutar de impresionantes paisajes de montaña de fondo.

El Lago Starnberg es el cuarto mayor de Alemania en extensión y ocupa 57 kilómetros cuadrados. A él se llega desde el centro de Munich en la línea S6 de tren de cercanías en un recorrido de algo menos de una hora, cuyas cuatro últimas estaciones se encuentran en localidades situadas a la orilla del lago. La ciudad del mismo nombre que se encuentra en la orilla norte del lago es un animado centro turístico que sirve de punto de referencia de la zona y dispone de numerosas tiendas de recuerdos y productos típicos bávaros. El lago ofrece un bonito entorno natural para el paseo, alquilar una barca o, incluso, un baño cuando el tiempo acompaña. Cuidado con el agua, que está fría. Antiguamente, tuvo cierto aire elitista y aristocrático. El pueblo de Possenhofen fue el lugar de nacimiento de la emperatriz austrohúngara Elisabeth- más conocida como Sissí- y en algunos otros pueblos de sus orillas residieron temporalmente compositores como Wagner y Brahms.

Por su parte, el Lago Ammersee se encuentra a unos 30 kilómetros al suroeste de Munich y a unos 15 al oeste del Lago Starnberg. Se puede llegar a él cómodamente a través de la línea S8 de tren de cercanías y- siendo los pueblos de sus orillas menos pintorescos que los del Lago Starnberg- es muy popular entre los muniqueses por las actividades relacionadas con los deportes acuáticos, entre ellos la vela, el remo o el windsurf.

Estos son los dos lagos más importantes, más populares y más accesibles desde Munich, pero no son los únicos. El Lago Tegernsee, al sur de Munich, se encuentra la ciudad balnearia de Bad Wiessee. A pocos kilómetros de éste se encuentra el Lago Schliersee y, ya algo más alejado hacia el sureste de Munich, el Lago Chiemsee.

Dachau

De los pocos recuerdos históricos que quedan en la Alemania actual de la época del nazismo y el Tercer Reich, el antiguo campo de concentración de Dachau –hoy convertido en monumento memorial- es uno de los más relevantes. Se trata del primer campo de concentración que se erigió en Alemania en 1933 y sirvió en muchos casos como ejemplo para otros campos de concentración que surgieron en Europa antes y durante la II Guerra Mundial y también como centro de entrenamiento de las SS.

Dachau no es un visita alegre y a algunas personas les resulta bastante incómodo visitarlo, si bien es verdad que resultará una visita imprescindible para amantes de la historia y quienes quieran saber algo más del III Reich. No llega a impresionar tanto como la visita a Auschwitz, pero es una visita dura que incluye zonas como el crematorio o la cámara de gas.

Se trata de un recinto grande, por lo que requiere dedicar cierto tiempo para visitarlo. La entrada es gratuita y, si se quiere saber más, puede ser una buena idea unirse a alguno de los tours o visitas guiadas que organizan varias agencias. No está lejos de Munich (apenas a 20 kilómetros) y se llega cómodamente en la línea de tren de cercanías S2.

Regensburg (Ratisbona) y Nürenberg

La ciudad de Ratisbona (Regensburg, en alemán) está a unos 125 kilómetros al norte de Munich y es una visita relativamente interesante, sobre todo por su patrimonio arquitectónico e histórico. Está situada en la confluencia de los ríos Danubio y Regen y destaca entre todos sus edificios la Catedral. No obstante, dado que la ciudad sufrió pocos daños durante la II Guerra Mundial, se conservan muchos edificios de su casco histórico, con bastantes muestras de arquitectura gótica y románica. El casco histórico de Ratisbona fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

Algo más al norte se encuentra la ciudad de Nürenberg, segunda ciudad en población de Baviera. Aunque fue tremendamente castigada por los bombardeos de la II Guerra Mundial y vio como gran parte de su casco histórico quedó destruido, en Nurenberg quedan aún algunos vestigios de su importante patrimonio medieval. Se pueden visitar el Castillo Kaiserburg y los restos de la muralla medieval de la ciudad.

Históricamente, Nürenberg tiene gran importancia en Alemania. Fue una ciudad especialmente importante para el nazismo y el III Reich y, tras la guerra, allí se celebraron los juicios contra los responsables de crímenes de guerra y los máximos dirigentes de la Alemania nazi. Se puede conocer más sobre esta época de la historia en el centro de documentación sobre el tema que se encuentra en el antiguo Reichsparteitagsgelände, donde se celebraban grandes desfiles. Además, en Nürenberg se encuentra también el Museo Nacional Germánico, con una extensa colección de historia, literatura y arte alemán.

Palacios de Neuschwanstein y Linderhof

Los palacios de Neuschwanstein y Linderhof están situados a unos 125 kilómetros al suroeste de Munich, en plenos Alpes, muy cerca de la frontera con Austria.

El castillo de Neuschwanstein está muy cerca de la ciudad de fussen, al suroeste de Baviera, y fue el lugar escogido por Luis II de Baviera para construir un castillo que debía servirle como lugar de retiro. El resultado fue un impresionante palacio imitando al estilo gótico, situado en un privilegiado entorno natural rodeado de montañas, bosques y lagos. Dicen que sirvió como inspiración, incluso, para el castillo de la Bella Durmiente de los parques de Disney, y es cierto que las torres redondas coronadas con tejados en forma de cono recuerdan mucho a él. Tanto por dentro, donde cuenta con una esmerada decoración, como por fuera, es una excursión fantástica para un día de tranquilidad. Para llegar hasta el castillo se puede ir en tren hasta la estación de Fussen y coger allí un autobús, o aprovechar alguna de las excursiones de un día desde Munich.

Si se ha visitado el castillo de Neuschwanstein, sobre todo si se viaja en transporte privado, se puede aprovechar para visitar también el cercano palacio de Linderhof, a unos 45 kilómetros al este. También fue ordenado construir por el rey Luis II de Baviera y tiene un estilo rococó. Tiene cierta inspiración del palacio francés de Versalles, aunque es mucho más pequeño. Además de visitar el palacio, merece la pena dar una vuelta por los jardines que lo rodean.

Iglesia de Wieskirche

En la misma zona que los dos castillos anteriormente mencionados, Neuschwanstein y Linderhof, se encuentra la iglesia Wieskirche que era, tradicionalmente, un centro de peregrinación. Se trata de una iglesia del siglo XVIII, decorada con el recargado estilo rococó y que ha sido declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Es una excursión interesante para combinar con la de los palacios de la zona.

Salzburgo e Innsbruck

Aparte de Alemania, la cercanía de Munich con Austria permite que las ciudades de Salzburgo e Innsbruck sean dos excursiones muy frecuentes para los turistas que visitan la capital de Baviera, sobre todo la primera de ellas, de gran tradición musical.

Salzburgo está a algo menos de 150 kilómetros de Munich por carretera, muy cerca de la frontera con Alemania. Es una ciudad marcada por su cercanía a los Alpes, rodeada de bosques, conocida mundialmente por su tradición musical. Salzburgo fue la ciudad natal de los compositores Wolfgang Amadeus Mozart y Johann Haydn, así como del director de orquesta Herbert von Karajan. A ella se llega muy fácilmente desde Munich a través de frecuentes trenes –dos por hora en las horas centrales del día- y autobuses.

Su centro histórico fue declarado por la UNESCO Patrimonio Cultural de la Humanidad y en él destacan la Catedral y la Fortaleza de Hohensalzburg, mientras que fuera del centro histórico se pueden visitar paracios como el de Leopoldskron y Hellbrun. Por supuesto, es visita obligada la casa natal y la residencia de Mozart. Para quien quiera algo más que edificios, puede disfrutar del Festival de Salzburgo, uno de los principales festivales de música clásica del mundo –con espacio también para la ópera y el teatro-, que se celebra entre finales de julio y todo el mes de agosto.

Por su parte, Innsbruck es algo menos turística que Salzburgo, pero también resulta una excursión sencilla desde Munich y agradable. Es la capital de la región austriaca del Tirol y muy popular para los practicantes de deportes de invierno, ya que cuenta en sus proximidades con varias estaciones de esquí. Fue, incluso, sede de dos Juegos Olímpicos de Invierno. Tiene un barrio gótico bastante bien conservado, en el que llama la atención el llamado “Tejadillo de Oro” que corona el balcón mirador de una residencia histórica.

Se puede completar el viaje a Innsbruck con una visita a su Palacio Imperial del siglo XVIII, con sus lujosas salas, la Catedral de Santiago, el cercano Castillo de Ambras y ya como muestras arquitectónicas más modernas, el trampolín de salto olímpico de Bergisel y los funiculares hacia Nordpark, diseñados por la famosa arquitecta Zaha Hadid.